EL COACHING EN LAS RELACIONES COMUNITARIAS EN EL PERU.
En el presente artículo comentaré la experiencia compartida con las
comunidades peruanas, al aplicar el “coaching comunitario” entre directivos
comunales, líderes de opinión y formación de líderes, en el entorno comunitario
que inspira y apoya a desarrollar mejores prácticas para ser mejores personas,
indistintamente del ambiente en el que se desempeñen.
Parto recogiendo que esta disciplina, el coaching, es relativamente
nueva, pues no tiene más de treinta años que fue por vez primera aplicada,
siendo inicialmente orientada a buscar el incremento del rendimiento individual
de los deportistas de alta competencia, para posteriormente ir alcanzando otros
ámbitos y especialidades profesionales, llegando a ser una herramienta usual de
desarrollo gerencial y crecimiento entre los objetivos y logros empresariales y
hoy una herramienta estratégica para el desarrollo e incremento de valor de
comuneros y comunidades.
Ahora bien, estando a que el coaching seria “el arte de crear un
ambiente amigable y de confianza a través de la conversación, para hacer
preguntas y ayudar a otra(s) persona(s), a través del aprendizaje, en la
exploración y descubrimiento de nuevas creencias, para ayudarle(s) a aprender,
en lugar de enseñarle(s)”, su aplicación para la mejora y desarrollo de las
comunidades se hace impostergable con una concepción ética, humanista y de
responsabilidad social.
Visto este concepto y siendo mi especialidad y experticia el enfoque del
desarrollo conjunto a través de asumir debidamente la Responsabilidad Social y
las Relaciones Comunitarias con las empresas, no cabía duda que terminaría
aplicando los mismos conceptos básicos del coaching a las Relaciones Comunitarias,
con un marco lógico y viabilidad de esta relación profesional de ayuda que
privilegia la escucha, conversación y acompañamiento, justamente lo que todo
relacionista comunitario ejecuta y practica en su diario quehacer.
En Relaciones Comunitarias, no existe una metodología claramente
definida como tampoco manuales prácticos a seguir, no podemos aplicar la misma
fórmula a toda relación comunitaria, pues en esencia las Relaciones
Comunitarias son dinámicas, están en constante movimiento y cambio, evolucionan
de manera distinta unas de otras, y sobre todo son propias a las relaciones
entre seres humanos, como uno, con sus vivencias, frustraciones, temores,
alegrías, fracasos y éxitos.
Entendido esto, que nuestro trabajo de relacionista comunitario se centra
en tratar con seres humanos como uno, con todo lo que ello conlleva e implica y
conociendo también los temores que ellos llevan dentro, pues no es para nada
novedoso que lo que principalmente un comunero piensa y desea, en la
mayoría de las veces, es sacar
el máximo provecho de la empresa, con el mínimo o nulo esfuerzo que ellos
puedan realizar, es decir, que la empresa quede obligada a darles todo, ¿por
qué?, pues porque sí, esa es la simple y sencilla respuesta que recibiremos.
En algunos casos, si no es en la mayoría de ellos, el comunero ve en el
ingreso de la empresa la oportunidad de favorecerse. Lo que ellos han venido
escuchando y han interiorizado erróneamente es: “ esta es nuestra oportunidad
de oro”, pero en la práctica y realmente no saben porque tiene que ser así,
solo saben que tienen que hacerlo y si no lo hacen, pierden su única
oportunidad; y de otro lado el comunero tiene la presión social que pesa en la
misma comunidad, que “todos tienen que estar unidos y sacar el máximo provecho
a la empresa”, esto lo profesan los caudillos de la zona, que buscan sus
propios intereses, mal informando intencionalmente a los comuneros,
utilizándolos para lograr sus propios y personales intereses.
Si ya conocemos esta premisa general y siempre se ejecutan acciones
similares de acercamiento y relacionamiento comunitario e invariablemente
obtenemos los mismos resultados, ¿Por qué no abrimos nuestra mente?, ¿Por qué
no innovar? ¿Por qué no revisar la estrategia? ¿Por qué la duda al cambio?,
bueno, fueron preguntas que me hice, sí y por cierto inicialmente tuve
reticencia a dar el paso e iniciar el cambio.
Fue en ese sentido que me di la oportunidad de incorporar nuevas
metodologías de abordaje de problemas e iniciar y aplicar las técnicas del
coaching en las relaciones comunitarias.
Como base primera, hay que tener presente que el coaching no es terapia,
no es consultoría, como tampoco mentoring o counselling, ni mucho menos está
relacionada con la formación académica.
Todo relacionista comunitario debe esforzarse para conversar, entender,
generar empatía y permitírsela, comunicar y ayudar a la persona (comunero) y a
la comunidad a que ella interiorice y haga suya, descubra, exprese y
finalmente, ejecute.
Lo que debemos tener muy en claro, antes de llevar a cabo esta labor de
coaching comunitario es donde estamos (punto de inicio) y acompañar al comunero
a que él mismo, con sus propias ideas y convicciones recorra este trayecto, en
nuestra compañía, hasta determinar a donde llegar.
Cuando la persona exterioriza lo que piensa de las cosas, incluido lo
que piensa de la empresa; lo que ha escuchado, como él lo siente y vive,
podremos acompañarlo en una segunda etapa para que conecte con lo mejor de él,
todos sin excepción tenemos un ser interior positivo y solidario por
naturaleza.
Hay que tener muchísimo
cuidado, pues no podemos ni debemos dar la sensación que estamos concientizando
a la persona a que actúe como queremos, eso jamás, pues sería el más rotundo y
craso error, allí se rompería toda posibilidad de acercamiento.
Obviamente que este es un trabajo de paciencia y confianza mutua,
construir entendimiento y lazos amicales.
Debemos ser cautos, escuchar y conversar implica percibir y expresar
palabras, pero sobre todo gestos, modos, tonos y acciones, tanto para que
descubran por propia convicción los beneficios que puede ofrecer la empresa, la
inversión, la educación y el cambio, como para vincularnos con sus expectativas
reales, sus costumbres y su lógica de acción, partiendo del propio dicho y
expresión del comunero, no imponiendo nuestros dichos y conceptos, para así
participar activos en esta continua conversación y acompañamiento, el coaching
no termina, se monitorea en el tiempo, por ello y no por ser mencionado en esta
etapa es menos importante: el equipo de relaciones comunitarias, previamente
debería haber recibido un entrenamiento en coaching y estar imbuido en el
compromiso y filosofía de la empresa, ser un equipo sólido, homogéneo y
comprometido en sostener este acompañamiento.
Creo que esta disciplina, el coaching comunitario, empleada
responsablemente para llevar de manera innovadora las relaciones comunitarias,
será de real beneficio para todas las partes: empresa, comunidad, stakeholders
y Estado.
Jorge Adrianzén Prato, es Consultor Senior en
Relaciones Comunitarias & Responsabilidad Social y profesor de Postgrado
UPC.
1 comentario:
Interesante los planteamientos y procedimientos definitivamente indican conocimiento de la actividad en esta especialidad y en este especifico medio pero no creo que se deba generalizar la actitud de las comunidades en general ya que las mismas por años han sido abusadas por su ignorancia y no han tenido quien se preocupe por ellas o las defienda , pienso que esto puede ser la causa de su actuar hoy en día.
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